sábado, 13 de febrero de 2016

La sociedad hoy en día

Taxi - Zaragoza
Si hay una profesión pegada a la sociedad, que vive con ella el día a día de su realidad, instalada en la actualidad y a los vaivenes socioeconómicos que experimenta, es la de taxista.

En el día a día, a menudo se encuentran situaciones en las que la realidad te da una bofetada para la que no estabas preparado.

No quiero dar clases de moral, ni entrar en polémicas ni en política, ni quiero cambiar la sociedad, pero creo que nuestro egoísmo nos hace ser peores personas. Creo que cada uno de nosotros deberíamos mirar un poco dentro de nosotros mismos para hacer algo por los demás.

Un día cualquiera, me desalquile a mediodía en el servicio de Urgencias del Hospital Miguel Servet y al bajarse la clienta se acercan a mí dos celadores con un paciente en silla de ruedas:

- Mire, ¿podrías acercar al señor al refugio? Es un vagabundo que hemos atendido, esta aseado y hemos puesto dinero los sanitarios para pagar la carrera.

- Sí sí, claro, dije sin pensarlo. Pero están los compañeros en la parada de ahí y yo no puedo recoger aquí.

- Si, ya se lo hemos dicho pero ninguno quiere llevarlo.

Así que accedí a llevarlo a mitad de precio, ya que lo pagaban a escote, así ponía yo algo de mi parte.

El señor, al que la vida o él mismo había escogido ir por el mal camino, resultó ser hijo de taxista. Aparentaba tener unos 50 años pero tenía 35, casi de mi tiempo. Llevaba una bolsa de aseo con lo básico.

Llegamos al refugio, se quejaba mucho de las piernas, casi no podía andar, mientras le acompañaba hasta la puerta pensaba en los escrúpulos de los taxistas de la parada para negarse a llevar a una persona, le habían humillado y no se lo merecía: todos somos personas y tenemos dignidad.

Otro caso, me ocurrió en febrero de 2015. España saliendo de la crisis. La tasa de paro, aunque comenzaba a bajar estaba por encima del 22 %.

No voy a hacer valoraciones de lo que me ocurrió aquel día, que cada uno saque las suyas.

Cogí un servicio en la parada de Andrés Vicente, una señora de higiene descuidada, con carro de la compra vacío, me pidió llevarla a Vía Universitas 16, un mercado. Cruzando por el Parque Delicias hay menos de cinco minutos andando. La carrera subió a 5,19 €.

No era un mercado: era el banco de alimentos.